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Hoy en día es común escuchar a algunos padres hablar de “el movimiento libre” en los bebés. Esta corriente educativa se basa principalmente en la no intervención por parte de los adultos en los movimientos, es decir, respetar los tiempos de desarrollo psicomotriz que se van marcando ellos mismos.
Sin embargo hay cierta controversia entre si los adultos debemos animar, ayudar o estimular a los niños a la marcha o al gateo. Es normal que como padres muchas veces nos sintamos en la obligación de tener que enseñar a hacer a nuestros hijos cosas que aún no saben, incluida la marcha. Tampoco nos gustar ver como nuestro bebé se queda atrás en el desarrollo en relación con otros bebés de la misma edad. Además a los bebes parece gustarles mucho ir de la mano de un adulto y viceversa.
Lo que sí está claro es que todos los niños sanos acabarán atravesando las diferentes etapas, pero cada uno lo realizará en un tiempo diferente.
Cabe destacar que los bebés comienzan a caminar de forma autónoma de media alrededor de los 16 meses y no a los 12 meses como se cree popularmente. De hecho entre los 9 y los 18 meses se considera el rango normal. Sin duda lo más importante no es cuando los niños comiencen a caminar sino que lo hagan con confianza, seguridad y sin nadie que los tenga que ayudar a hacerlo.
Con toda esta información anterior, queremos exponer con este artículo de forma sintetizada porqué los defensores de “el movimiento libre” no recomiendan interferir en el proceso de la marcha. Estas son las principales razones:
Solo cada persona sabe cuando está realmente preparada para hacer algo, pues con los bebés pasa exactamente igual. Hay que confiar que empezarán a caminar cuando realmente estén preparados para ello. Eso no significa que los adultos nos tengamos que desentender del proceso, hay que acompañar en el proceso pero con las mínimas interferencias.
Cuando les das una seguridad a los niños que realmente no tienen aún, hay más probabilidad de que haya golpes y que los niños se hagan daño. Darle la mano les da una falsa sensación de equilibrio y confianza lo que les puede llevar a hacer movimientos para los que no están preparados. Es más frecuente que haya caídas en escaleras y bordillos en niños donde se les ha dado la mano para caminar.
Cada niño va diseñando estas posturas según sus necesidades y con un propósito muy marcado según el desarrollo psicomotriz. Cuando con toda nuestra buena intención interferimos en estas posturas, en realidad estamos privando al niño de la experimentación, de un desarrollo más sano. Esta gama de posiciones y movimientos específicos hacen que se fortalezcan los músculos y articulaciones que realmente necesitan en cada momento para seguir avanzando en su desarrollo.
Al forzar o estimular posturas para las que el niño no está preparado vamos a pedir a un sistema musculoesquelético inmaduro un esfuerzo para el que no está preparado con sus posibles consecuencias.
Caminar agachado para poder dar la mano a un bebé es un proceso que puede durar varios meses. Para lo que a muchos padres comienza siendo algo divertido y emocionante después de un tiempo se convierte en un auténtico castigo autoimpuesto.
Esto significa permitirle llevar sus propios tiempos de desarrollo. Además es importante que sienta nuestra confianza para que experimente por si mismo y poder elogiar cuando consigue un hito.
A través de un vínculo seguro con los adultos se favorece el desarrollo, la autoestima y la seguridad emocional sabiendo que cuentan con el respeto y la contención de los mayores.
¿TIENE ALGÚN BENEFICIO AYUDAR A LOS BEBÉS A CAMINAR?